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El transporte

El metro

El metro es muy curioso (bueno, todo es curioso aquí). A ver… para empezar las estaciones son gigantescas, llenas de gente moviéndose frenéticamente de un lado para otro, pero sin esa cara de estrés que tenemos en Madrid. Van deprisa porque son así (y mira que nosotros vamos rápido… pero es que ellos son como balas). En la estación te puedes encontrar con líneas de cualquiera de las 3 compañías, por lo que tienes que tener muy claro a donde vas y qué combinaciones vas a hacer. Una vez que lo sabes, miras en el mapa y ves un número, que es el importe del billete. Te vas a la máquina rara, buscas ese mismo número y le das.

Fácil, no?

Lore luchando con la máquina expendedora de billetes

Una vez nos pasó una cosa curiosa… la máquina se tragó una moneda, así que pulsamos el botón para hablar con un encargado. Cuando pensábamos que iba a decirnos algo por el altavoz… va el señor y aparece de la nada, por una minúscula ventanilla que había al lado del aparato. Nos quedamos flipados… ¿había estado ahí siempre? Igual detrás de la máquina no hay nada, solo un señor que te da el billete por el agujerillo :-P

Y hablando de máquinas expendedoras... el mundo del vending es tan tan tan fliplante que merece una entrada propia.

Evidentemente es un país civilizado, así que no hay unos tornos gigantescos para que no te cueles… simplemente está la entrada, metes el billete si quieres (que obviamente es algo que hace todo todo todo el mundo) y tiras pa dentro. Y para salir igual, metes el billete que has utilizado para entrar.

Y si llevas el JR Pass (que sirve para la línea circular de Tokyo), lo enseñas en la puerta y entras. Lo curioso es que casi nadie te lo mira, así que podrías llevar el de tu primo el del pueblo de hace un año y no pasaría nada de nada.

Luego dentro… impecable. Ni un papel… ¡y no hay papeleras! (por temas de seguridad, nos contaron). Pero para tirar algo tienes que irte a determinados puntos que pueden estar en el quinto pino… y aún así no hay ni un mísero papelillo por los suelos. Lo flipas.

El andén es otro mundo. En cada uno tienes marcas en el suelo que te indican el número de vagón y donde tienes que hacer la cola. En unos paneles puedes ver cada vagón en qué puerta te dejará de la estación a la que vas, y el tiempo que se tardará en llegar. Dentro del metro también hay unas pantallas que te informan del tiempo a las próximas estaciones y esas cosas.

En cuanto a lo de la masificación… pues mira, más o menos como Madrid en hora punta, así que por ese lado nada nos espanta.


Para meterte en el vagón tienes tiempo mientras dure una musiquilla muy ñoña… es como el juego de la sillita pero con el metro :-). Luego una vez dentro te das cuenta de una cosa que al principio pasa desapercibida, pero al cabo de unos minutos te viene a la cabeza: “¡coño, pero qué limpio y que nuevo está!... ¡pero si es que no hay ni una pintada!”. Como lo oyes. Ni una pintada, ni un grafitti, ni un papel por el suelo… ni ná de ná. Sopas se podrían comer en el suelo.

Ah! Y lo del móvil… resulta que en el metro hay cobertura, pero la gente no lo usa (bueno, no lo usa para hablar, que luego están juguetando con el todo el camino, con mensajes pacá y pallá, con jueguecitos, etc, etc.)… y no lo usan ¡para no molestar! ¡tócate los gü..!. ¡¡¡ Pero si es que además por la calle lo llevan con el sonido bajo o en vibración (nada de politonos con regetón a tó lo que da) !!!

En general es una sociedad orientada a la convivencia y al respeto. Son mucha gente, y hay que estar organizados y acostumbrados a convivir. Igualito que en otros sitios ¿eh?

El autobús

En cuanto al autobús, lo utilizamos bastante en Kyoto, ya que allí te llevan a los templos y es muy práctico, mucho más que el metro que solo hay dos líneas con muy pocas estaciones. El autobús tiene unas características singulares muy curiosas (cómo no, aquí todo es diferente). En primer lugar, las primeras cien veces, te confundes de sentido. Como aquí se conduce por la izquierda, instintivamente siempre me coloco para cogerlo en el lado contrario. Sí, vale, vale… tú ves pallá y luego me cuentas si no te pasa ¿eh?. :-P

Luego cuando llega, tienes que entrar por detrás, te sientas y yastá.


Dentro tiene unos monitores o displays donde te indican por escrito y hablado (tanto en japonés como en inglés) la próxima estación, muy organizado. Además el conductor lleva un micro a lo Madonna y te lo anuncia de palabra… con una voz gutural que realmente acojona. La primera vez que la oímos pensamos que el tío estaba de coña, o cocido… pero no, todos hablan así. No me preguntes más que no tengo ni idea de la explicación :-).

Eso sí, como lo cojas en hora punta… pues como en Madrid, mira. Apretaos como sardinas en lata. Nada nuevo, vamos. Bueno, sí… allí curiosamente la gente no huele raro. De verdad, os lo juro. Nadie huele. Debe ser porque están todo el día en los baños. O no. En fin.

Recomendaciones para el autobús… sácate el abono diario, que sale muy bien de precio y vale para el metro público también, ya que estarás todo el rato de templo en templo, subiendo y bajando. El de un día vale 1.200 yenes y el de dos, 2.000. Bastante asequible.



El taxi

¿Os hemos dicho ya que el taxi se abre y cierra solo? Sí ¿verdad?. Muy fuerte.


Lo utilizamos sobre todo en Kyoto, que las distancias son más cortas. En Tokyo no lo recomiendan a no ser que sea para recorridos cortos (o porque se te acabe el metro y no tengas más narices). En Kyoto hay mogollón de taxis, no tendrás problema en cogerlo. La bajada de bandera son 640 yenes, unos 4€… no, no es caro. Con esos 640 yenes tienes para 15 minutos largos. La primera vez que te subes parece que está roto y todo, ya que no se mueve en un montón de tiempo. Luego va subiendo poco a poco en incrementos de 80 yenes. O sea, que está tirao de precio. Por 1.000 yenes te puedes ir casi desde el templo dorado hasta la estación de tren (casi de punta a punta de la zona centro). Si no hay atascos, claro, que como pilles hora punta vas a tardar el triple.

El tren

Lo del tren bala (Shinkansen) es la caña. Es como un AVE pero hay cienes y cienes cruzando todo el país. Con el JR Pass puedes subir a todos los JRs menos al Nozomi, que es el más rápido y más cañero. De todas formas, al que te puedes subir va prácticamente igual de rápido y es super espacioso, limpio (claro) y comodísimo.

Aquí podéis ver las líneas del suelo para hacer cola, como en el metro:


En esta foto del interior del tren que nos llevó a Hakone puede verse también una cosa muy práctica: los asientos se pueden girar a voluntad, para que si vas en grupo puedas hablar con el resto de tus coleguillas.


Una cosa curiosa es lo que nos pasó la primera vez que subimos, ya que nos tocó el primer vagón después de la máquina. De repente sale de la cabina el revisor, se planta en medio del vagón, se quita el gorro y se pone a hacer reverencias como un descosido, mientras dice un montón de palabros en japonés a modo de saludo o algo así (suponemos). Luego se pone la gorra y empieza a picar los billetes con una amabilidad extrema. Igualito que en los Cercanías ¿eh?.

La bici

La utiliza todo el mundo, desde los jóvenes hasta los abuelillos, con falda o pantalones, con chanclas o con taconazos… incluso si llueve (eso es la caña, con una mano sujetan la bici y con otra el paraguas jajajaja).


Abuelillo en bici por Ginza

Cuando por ejemplo, van de casa al metro, la dejan en unos aparcamientos especiales (que también tienen alquiler de bicis), se meten en el metro para ir al curro, y luego por la noche vuelven y la recogen. Por eso junto a las estaciones siempre hay un montón de bicis aparcadas.


Ciclista por Akihabara

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